Fiestas navideñas: Encuentro o desencuentro

Instituto de Psicoterapia Familiar Sistémica y Adicciones

 

Las reuniones familiares en estas fiestas constituyen un momento de encuentro y alegría para una gran mayoría, sean estas creyentes o no. Constituyen una oportunidad para afirmar y compartir la pertenencia al grupo.

Decía Heródoto, historiador griego de la antigüedad que “es impensable imaginar a un individuo solo sin relaciones”. Hoy las familias no responden a un solo modelo familiar, sino que, en los últimos 40 años se han desarrollado y legalizado, un mosaico de familias diferentes que tienen identidad, características y problemáticas propias: familias monoparentales, ensambladas, adoptivas, homosexuales, inmigrantes y transculturales, etc.

Estas fiestas son una oportunidad para la alegría y el placer, pero necesariamente no siempre están exentas de conflictos. Hemos observado en las consultas de psicoterapia sistémica una serie de preguntas recurrentes: a quién invitamos y a quien no, cómo vamos a reaccionar, si viene éste o el otro, etc.

Algunos ejemplos:

  • Pareja en crisis: decidieron separarse momentáneamente van a acudir a la reunión familiar no revelando dicho secreto, nos preguntan nuestra opinión.
  • Familias ensambladas: donde las dos hijas de la mujer que viven fuera del domicilio familiar están en conflicto con la pareja de la madre y deciden no acudir a esta reunión, ante la desesperación de la madre que piensa que, si no acuden, va a perder a sus hijas. La madre nos pregunta que hacer.
  • Familias donde hay un claro enfrentamiento entre el suegro y el yerno y nos preguntan si invitar o no al matrimonio de la hija, a sabiendas que habrá mucha tensión o si existe otra alternativa.

Las preguntas de qué hacer y cómo actuar en estas fechas son recurrentes en las familias y cada una de ellas merece una respuesta especifica.

En síntesis, estas fiestas ponen en el punto de mira cómo están nuestras relaciones familiares, como nos sentimos con ellas y como deseamos comportarnos si acudimos a la reunión familiar, cuáles son nuestros deseos y cómo pensamos que tenemos que actuar.

Puede ser un momento para profundizar en el conflicto y tomar decisiones para unos, mientras que para otros puede ser una oportunidad para la reflexión y el aprendizaje: saber perdonar, quitarnos los miedos, aminorar nuestro resentimiento o aprender a gestionar situaciones complejas, generar otra narrativa.

No esperemos que los problemas se resuelvan mágicamente, sino que cada uno si acude al encuentro, puede ser una oportunidad para superar problemas o al menos participar sin que ello suponga otro desencuentro.

Felices Fiestas

 

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