Incremento del Consumo de Psicofármacos en España debido al COVID-19

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1. Situación general en España por el COVID-19

El objetivo de este artículo es analizar el impacto del incremento progresivo del consumo de psicofármacos en España desde el comienzo de la Pandemia, prestando especial atención a los motivos principales por los cuales los afectados han sido las mujeres y las clases sociales más bajas.

Desde que el gobierno español decretara el estado de alarma el 14 de marzo de 2020 para la gestión de la crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19, hasta el último informe publicado por el Ministerio de Sanidad, ha habido un total de 498.989 casos confirmados y 29.418 fallecidos (MSCBS, 2020), aunque es de destacar que actualmente los datos se han duplicado significativamente. Debido a la rápida propagación de afectados se decidió confinar a la población, salvo a trabajadores considerados imprescindibles como: personal sanitario, personal de limpieza, trabajadores de tiendas de alimentación, repartidores, trabajadores de la construcción, etc. Pero fue tal el desbordamiento de la capacidad de atención sanitaria, que, tras la primera oleada de casos por coronavirus y patologías agravadas por el virus, el 79,5% de los sanitarios sufrían ansiedad, el 40% se sentían emocionalmente agotados y el 53 % presentaban valores compatibles con estrés postraumático (Universidad Complutense de Madrid, 2020).

Paralelamente a lo que ocurría en hospitales, centros sanitarios y residencias geriátricas, entre la población que tuvo que respetar el aislamiento se pudo apreciar un aumento del miedo a contagiarse, a enfermar, a morir, a ser aislado; una mayor tensión y sufrimiento por sus familiares; desmoralización debido a la pérdida de actividades preferidas; sensación de impotencia, aburrimiento, soledad y tristeza por el aislamiento (Plena Inclusión, 2020), agravándose aún más el estrés psicológico y la ansiedad debido a la falta de experiencia en brotes epidémicos de estas características (Planchuelo, Odriozola, Irurtia y De Luis, 2020). Por ello, sumado a la falta de recursos y al no disponer de datos que confirmaran una pronta recuperación se decidió activar teléfonos de asistencia psicológica a sanitarios (Acta Sanitaria, 2020), asistencia online psiquiátrica (Vieta, Pérez y Arango, 2020), teléfonos de apoyo a familiares de enfermos, o fallecidos y teléfonos de apoyo para la población general (Huffington Post, 2020).

2. Consumo general de psicofármacos en España

Debido a esta situación, se ha encontrado un gran aumento de las ventas de psicofármacos y de aquellos medicamentos que no exigen receta (García, 2020), al igual que del consumo de alcohol y de otros fármacos por falta del acceso a drogas ilegales (Europa Press, 2020), en especial de cocaína y cannabis (Cadena Ser, 2020).

Este incremento tan alarmante de la venta de psicofármacos se añade a los preocupantes datos de los últimos veinte años, que ya situaban a España antes de la pandemia como segundo país europeo de mayor consumo de ansiolíticos, cuarto en consumo de antidepresivos y sexto en hipnóticos y sedantes (Agencia Española del Medicamento, 2015; Oficina Estadística de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, 2018).

Previa a la COVID-19, los últimos datos de salud mental ya reflejaban, que el 10,7% del total de la población española consumía tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir (tercera sustancia después del alcohol y el tabaco) y el 5,6% de la población tomaba antidepresivos, o estimulantes (AEMPS, 2015; ENSE, 2017). Además, pese a la dificultad en la obtención de datos sobre el consumo de psicofármacos, debido a que no todas las comunidades autónomas los facilitan, o a que la AEMPS no ha actualizado los datos en los últimos cinco años, pero se han podido detectar diferencias entre las comunidades autónomas. Se han podido observar diferencias en la variabilidad de género en la prescripción de tranquilizantes y antidepresivos. Por ejemplo, existe una mayor prescripción de tranquilizantes en Galicia y la prescripción de antidepresivos es al menos, tres veces mayor en mujeres que en hombres en Asturias, Cantabria, Castilla la Mancha, Comunidad Valenciana, Extremadura, Madrid, Ceuta y Melilla (Henares, Ruiz y Sordo, 2020). Además, de existir un consumo crónico superior entre mujeres mayores de 75 años de edad adscritas a centros de salud urbanos (Urgell, Monne, Vega y Esquius, 2005).

Incremento del Consumo de Psicofármacos en España debido al COVID-19

«se sabe que ha habido un aumento del 20% y que un tercio de las personas que ya consumían han aumentado la dosis, o han optado por un medicamento más fuerte, pero lo que ha motivado la redacción de este artículo es que existen diferencias de género y clase en ese aumento, habiendo afectado particularmente a las mujeres»

3. Aumento del consumo y diferencias de género en la COVID-19

En este artículo hemos querido centrarnos en el consumo de psicofármacos de los últimos meses, ya que se sabe que ha habido un aumento del 20% y que un tercio de las personas que ya consumían han aumentado la dosis, o han optado por un medicamento más fuerte, pero lo que ha motivado a este artículo, es que existen diferencias de género y clase en ese aumento, habiendo afectado particularmente a las mujeres. De hecho, la encuesta epidemiológica publicada por la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona parece indicar, que las mujeres están consumiendo más, por el tipo de trabajo que realizan (Navarro, 2020).

En muchos casos sus profesiones están vinculadas con los cuidados: el 51.1% de los médicos son mujeres, el 85.1% de los enfermeros son mujeres, el 70% de quienes trabajan en farmacias son mujeres, el 90% de quienes limpian en empresas, hoteles y hogares son mujeres y más del 85% de quienes atienden las cajas en los supermercados son mujeres. Además que, las mujeres siguen soportando la carga de la inmensa mayoría de las responsabilidades del hogar y del cuidado de hijos y familiares, sin olvidar, que no hay nada en el sistema conyugal o legal, que respete el trabajo de la mujer en el hogar como si fuese un empleo (Goodrich, Rampage, Ellman y Halstead, 1989).

Los datos obtenidos en la encuesta demuestran que el consumo total de tranquilizantes, sedantes, o somníferos ha sido superior en mujeres (27,4% Mujeres – 15,9% Hombres), así como el porcentaje de nuevos consumidores (15,4% Mujeres – 8,8% Hombres). Además, las personas cuyo salario no permite cubrir las necesidades básicas del hogar parecen estar consumiendo más tranquilizantes y somníferos que las que sí pueden cubrirlas (Salas, Llorens, Navarro y Moncada, 2020).

Se calcula también, que alrededor de uno de cada tres enfermeras, médicas, limpiadoras, gerocultoras y auxiliares de enfermería ha declarado estar consumiendo tranquilizantes, sedantes o somníferos durante la pandemia. En el caso del porcentaje de limpiadoras su consumo se ha duplicado del 16,9% en la pre-pandemia al 34,7% durante la pandemia y en la actualidad, al igual que las auxiliares de geriatría (14,3% al 32,3%); siendo especialmente preocupante, el incremento para auxiliares de enfermería, que prácticamente se ha triplicado (11,6% al 31,6%). Los enfermeros han aumentado más de tres veces (10,7% al 37,5%) y en el caso de médicas se ha quintuplicado (del 6,9% a 34,7%) (Salas et al., 2020).

Si bien es cierto, que en general las mujeres consumían más psicofármacos que los hombres desde antes de la pandemia, existen estudios que han analizado los factores que podrían estar influyendo en la prescripción como son el sexo, la edad, el nivel socioeconómico y las expectativas sociales (García, Avilés, Ruiz, Falcón, Alonso y Fuente, 2005), pudiendo dar a entender que, además el malestar emocional de las mujeres podría está en cierto grado medicalizado (Henares, Ruiz y Mendoza, 2018). Por ello es de vital importancia incorporar la perspectiva de género al análisis de la prescripción y el uso de psicofármacos.

Recordemos además, que en España siguen existiendo diferencias en los profesionales que prescriben, sean varones o mujeres que se ven afectados por sesgos implícitos en la sociedad que condicionan, favorecen, o limitan las estrategias de consumo. Por ejemplo, las mujeres consultan más por trastornos depresivos, ansiedad y los hombres por abuso de sustancias y trastornos antisociales de personalidad, pudiendo responder mejor éstos al estrés que reflejan las diferentes expectativas sociales (Vega, Romo, Márquez, Poo, Meneses y Gil, 2004).

4. Situación actual del sistema sanitario en España

Además del evidente abuso de psicofármacos, la propagación de la pandemia ha provocado una crisis del sistema sanitario español que ya arrastraba una serie de problemas, como la limitación de los profesionales de atención primaria, la corta duración de las consultas, la sobrecarga en el personal sanitario, el exceso del gasto farmacéutico y la escasez de psicólogos clínicos (Cano, 2011). Ya antes de la pandemia, dos de cada tres pacientes con trastornos de ansiedad o depresión eran tratados por su médico de Atención Primaria (AP), esencialmente con fármacos, con una baja tasa de remisión y frecuentes recaídas, diagnosticándose depresión en más del 38% de los casos, ansiedad en más del 25%, y somatizaciones, en más del 28% (Colegio Oficial de Psicólogos, 2019). Debido a la escasez en España de psicólogos clínicos en Atención Primaria (AP) y a que, en los Centros de Salud Mental, con un ratio de psicólogos clínicos es inferior a la recomendada por la Unión Europea, actualmente no se puede ofrecer al paciente un abordaje psicológico como primera elección con el objetivo de reducir la prescripción farmacológica. Mientras que en otros países de la Unión Europea como Reino Unido (Improving Access to Psychological Therapies, 2008) y Noruega (Prompt Mental Health Care, 2012) han facilitado el acceso a la atención psicológica en el sistema sanitario público con resultados muy satisfactorios. Por ejemplo, el gobierno británico decidió contratar un elevado número de psicólogos y profesionales sanitarios que en la actualidad dan cobertura a casi un millón de ciudadanos. Por su parte, Noruega da acceso a la población para que puedan contactar directamente con los profesionales de la salud mental sin tener que acudir a su médico de cabecera. La oficina estadística de la OCDE sitúa a Noruega en la posición número 13 y a Reino Unido en el puesto 24 en consumo de ansiolíticos, España está en segunda posición; en consumo de antidepresivos Noruega se encuentra en el puesto 14 y Reino Unido en el puesto 28, España está en cuarta posición; y en hipnóticos y sedantes, Noruega aparece en cuarta posición y Reino Unido en el puesto 16, España está en sexta posición.

«Desde otro punto de vista, si revisamos las guías de prescripción médica se recomienda, por ejemplo, que el consumo de tranquilizantes se indique para el alivio de una ansiedad, o de insomnio intenso durante un periodo breve, que no exceda de las cuatro semanas para evitar dependencia (Caldentey y Gelabert, 2008).»

5. Consecuencias del aumento del consumo de psicofármacos

Entre los efectos adversos del aumento del consumo de psicofármacos se encuentran: el síndrome de discontinuación, el incremento de la secreción inadecuada de adiuretina, aumento del riesgo de sangrado gastrointestinal, reducción de la densidad mineral ósea, aumento de la tensión arterial, riesgo de malformaciones fetales, sedación diurna, disminución de reflejos, caídas y fracturas en ancianos, así como mayor riesgo de trastornos de memoria que pueden simular demencia (Urgell et al., 2005; Fraile y Verdú, 2012). Además, anualmente se estiman unos 713 casos de muertes “accidentales” por consumo de psicofármacos (Jiménez, 2020).

Ciertamente, la prescripción rápida de medicación como reacción a la demanda de ayuda por estos motivos es lógica y eficaz a corto plazo (Fraile y Verdú, 2012), el problema está cuando el consumo excede la prescripción pautada por el profesional. De hecho, para hacernos una idea, antes de la crisis ocasionada por la COVID-19, solo el 69,4% de los profesionales que prescriben declaraban revisar el tratamiento al mes de su inicio (Torrens, Ortuño, Guerra, Esteva y Lorente, 2016), posiblemente sea casi imposible en estos momentos para los médicos de familia hacer un seguimiento de los usuarios de AP del tratamiento indicado.

De confirmarse las predicciones que se manejan en estos días sobre la evolución de la pandemia, augurando que no existe una solución en los próximos meses, sumado al ratio de 0.7 médicos de familia por cada mil habitantes (Redación Médica, 2020), las condiciones que han llevado a la medicalizar con psicofármacos el malestar emocional por esta crisis, podrían continuar durante mucho más tiempo, e incluso empeorar.

Es por todo ello, que creemos necesario recoger las evidencias que demuestran los beneficios de implementar psicólogos clínicos en AP (IAPT, 2008; PMHC, 2012; Ricou et al., 2019). Debido a ello, proponemos que, para la mejora de la prescripción y uso de psicofármacos, es necesario aumentar los psicólogos clínicos y sanitarios en AP, en coordinación con otros servicios sociosanitarios (Vega, Romo, Márquez, Poo, Meneses, Gil, 2004). Proponemos de igual forma, más investigación en las formas actuales de automedicación y autoconsumo de la población, y en especial las cuestiones relativas al género.

6. Conclusiones

En conclusión, las condiciones de la pandemia han propiciado que haya un aumento del consumo de psicofármacos con diferencia, en relación a las variables de género y clase social. Hemos fijado nuestra atención en el marco contextual, económico y político, que interactúa con la posición de la mujer y su incremento en el consumo de psicofármacos.

Si se desea frenar la sobremedicalización y la utilización de la atención sanitaria como frente a los problemas de la vida diaria (Fraile y Verdú, 2012), es de vital importancia el trabajo coordinado con los profesionales de la salud mental y el acceso a psicólogos en atención primaria, para además mejorar la capacidad de respuesta de los profesionales sanitarios.

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foto Pilar de la Higuera

Autora: Laura Jimenez

LICENCIADA EN PSICOLOGÍA
foto Pilar de la Higuera

Autor: Eduardo Brik

MÉDICO PSICOTERAPEUTA
Director de ITAD y del «Máster en Terapia Familiar Sistémica» y presidente de la Asociación «Terapias Sin Fronteras»
Web: https://eduardobrik.com
Correo: info@itadsistemica.com
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