Dependencia Emocional

por 21 Ene, 2010Terapia Familiar

Dependencia Emocional

 

Lo primero que Eduardo ha planteado a modo de pregunta a todo el foro: Quien no tenga algún grado de dependencia emocional que levante la mano…. nadie la ha levantado. Han habido sonrisas cómplices. Parece que es algo de lo que el ser humano difícilmente puede estar exento en algún momento a lo largo de su vida.

“Sin dependencia no hay relación”. Por supuesto hay grados, y se refiere a un nivel de dependencia mutua que no se eleva por encima de determinados umbrales. Surge una palabra importante: Reciprocidad (que no trato igualitario, más tarde matiza ambos).

Para Eduardo en las sociedades occidentales modernas, en las que se va tan deprisa a todas partes (o a ninguna parte, según se mire…), las relaciones se han tornado algo superficiales. Ese sería el otro extremo de la dependencia. Una relación con un grado extremo de independencia que lleva a una relación verdaderamente diluida, difusa, sin cuerpo ni forma.

Aparece el término codependiente: aquella persona que vendría a ser dependiente de un dependiente. Adjunto la definición de Wikipedia que me parece muy interesante y esclarecedora: El codependiente suele olvidarse de sí mismo para centrarse en los problemas del otro (su pareja, un familiar, un amigo, etc.), es por eso que es muy común que se relacione con gente “problemática”, justamente para poder rescatarla y crear de este modo un lazo que los una. Así es como el codependiente, al preocuparse por el otro, olvida sus propias necesidades y cuando la otra persona no responde como la codependiente espera, éste se frustra, se deprime e intenta controlarlo aún más. Con su constante ayuda, el codependiente busca generar en el otro la necesidad de su presencia y al sentirse necesitado cree que de este modo nunca lo van a abandonar.

Es muy común que en una relación el codependiente no pueda poner límites y sencillamente todo lo perdone a pesar de que la otra persona llegue a herirlo de manera deliberada. Esto es simplemente porque el codependiente confunde la “obsesión” y “adicción” que siente por el otro con un inmenso amor que todo lo puede. Por ende, el codependiente es incapaz de alejarse por sí mismo de una relación enfermiza por más insana que ésta sea y es muy común que lleguen a pensar que más allá de esa persona se acaba el mundo hasta que reconocen su condición psicológica y el codependiente decide hacer algo para cambiar la manera en que vive y así terminar con la codependencia o no volver a generar su codependencia en otras personas o en futuras relaciones.

Define la palabra resiliencia: capacidad de superar las adversidades y seguir adelante. Todos podemos superar momentos duros, generalmente a través de figuras positivas. Clínicamente a esta patología se la conoce como apego inseguro, apego ansioso o trastorno por dependencia y se sintomatiza por las siguientes características:

  1. Búsqueda continua y obsesiva de relaciones de pareja. Las personas dependientes sienten pánico (miedo agudo) a la soledad, y se torna una necesidad excesiva de pareja. Es habitual en este perfil que esta persona navegue de relación en relación sin interrupción entre ellas.
  2. Necesidad excesiva de la pareja. Esto no se debe confundir con el enamoramiento (este tampoco debería confundirse a su vez con el amor, añado).La sensación está ampliamente estudiada y conocida por la ciencia y el tiempo que puede durar el mismo navegaría entre los 3 meses y, decía Eduardo “si te dura hasta 5 años ya eres un agraciado”.
  3. Elección de parejas dominantes y narcisistas, pudiendo ser hostiles al grado de maltrato. Este tipo de personas están acostumbradas a relaciones totalmente desiguales (sin reciprocidad alguna). Ven en esas personas dominantes lo que ellos no son (aparentemente seguros de sí mismos). Buscan este tipo de perfil porque les genera un sentimiento de protección. Aparece aparejada la idea de carencia. Bien se trata de personas con una baja autoestima o una alta autoestima “fingida” (alguien que demuestra un fuerte carácter para ocultar su inseguridad).
  4. Sumisión. La idea es la de someterse al otro y hacer todo lo que quiera o diga para que no desaparezca. El problema fundamental es que en esta interacción precisamente lo que se acrecienta es la dominación y hostilidad del otro.
  5. Miedo atroz a la ruptura. En la cabeza del dependiente es esa persona o se acaba el mundo. Llegan a pensar que el otro “les dio la vida”.
  6. Necesidad de agradar a las personas (rellenar huecos afectivos) excesiva. Pretender ser simpático y caer bien a todo el mundo de forma extrema. Esta persona busca la aprobación y aceptación de los otros, desde una posición autoconferida de inferioridad. La aprobación se busca como un premio necesario y como una forma de parchear su autoestima.
  7. Patología adjunta. Normalmente va asociada a otro trastorno (depresión, trastorno límite de personalidad, drogadicción). Donde hay una dependencia puede haber otros problemas más allá de la propia dependencia y hay que detectarlos porque pueden formar parte de las causas de que esta se desencadene. La baja autoestima, el miedo a la soledad y la vivencia de un fuerte desequilibrio en la relación de pareja son indicadores fundamentales de la dependencia.

Es muy factible asimismo que en periodos de depresión, la vulnerabilidad que sentimos nos convierta por ese tiempo en personas dependientes. Existe el planteamiento de que la dependencia se trate como una enfermedad. Es una patología individual (la sufre una persona concreta), pero realmente se trata de una patología del vínculo (la persona sufre a causa de su relación con otra u otras personas).

Hay gente que sale adelante de su dependencia por otra persona, pero a costa de entrar en otro tipo de trastornos límite: drogadicción, darse fuertes atracones de comida o cultivar una fuerte arrogancia. Lo que no mejoraría su situación. Solo la variaría.

Eduardo Brik plantea que existen en general diferencias de género entre las personas dependientes.

El varón dependiente es típicamente muy celoso, posesivo y dominante, pero esta última característica deviene de su inseguridad que trata de contrarrestar con un fuerte carácter. Quiere la exclusividad de vínculo con su mujer y normalmente trata de aislarla de todo su entorno (familia, amistades,…). Busca someter a la mujer, no tanto por el vínculo afectivo como por su deseo de posesión. En el caso de la mujer dependiente su forma de ser sin embargo es típicamente la de alguien sometido, que trata de agradar obsesivamente a su pareja y que no se valora a sí misma sino en relación a su capacidad de mantener el vínculo a toda costa.

Generalmente lo hace a costa de reprimir sus emociones más profundas y normalmente elude expresar lo que siente, quiere o desea. Según Eduardo Brik el ser humano “tiene esquemas para todo”. Estos esquemas no son estáticos, pueden cambiar a lo largo de nuestra vida. Nuestras interacciones vitales(familia, amigos, pareja) nos conforman esos esquemas desde la edad temprana. Para las relaciones también tenemos esquemas. Esquemas de interacción, que pueden ser operativos para nuestra vida o suponer un freno.

Eduardo, en las relaciones de pareja aboga por la reciprocidad, que no la equitatividad. Se refiere a que en pareja se debe dar y recibir para que la relación fluya, pero que la visión de dar y recibir estrictamente lo mismo y “llevar la cuenta de pérdidas y ganancias al día” no funciona y a la larga la relación solo se deteriora si se tiene esa visión exageradamente igualitarista. Pregunta Eduardo por cuales creemos nosotros que son las claves para tener una relación saludable. Varios participan. Estas son sus respuestas:

  • Respeto.
  • Cariño.
  • Expresar el interés por el otro/a.
  • Capacidad de escucha.
  • No aislamiento (referido a no alejarse de la otra persona emocionalmente).
  • Ser flexible y adaptativos.
  • Capacidad de negociar (sacrificar unas cosas por otras).
  • Gestionar las expectativas propias con respecto a la pareja y de la pareja con respecto a nosotros.

Todas me parecen fundamentales, pero por aportar, añadiría al listado el esfuerzo por entender la diferencia entre hombres y mujeres. En pareja interpretamos al otro/a por como pensamos/sentimos nosotros. Y morfológica y emocionalmente, así como de manera de pensar ambos géneros somos muy diferentes. Conviene no perder de vista jamás ese hecho, para entendernos y por ello aceptarnos mejor. En cuanto al tratamiento, existen grados de dependencia (de casos más leves a más severos) en función de tres parámetros:

  1. Según el grado de narcisismo de la pareja.
  2. Según el grado de dominación que ejerza la pareja.
  3. Según el tiempo de sufrimiento que se lleve en la relación.

La persona dependiente vive una situación de autoengaño normalmente para seguir adelante sin tomar en consideración todos los indicadores que se dan en su interacción de pareja, lo que le aleja de la realidad. En principio, el terapeuta no debe plantear la posibilidad de separación, porque de hecho puede ser completamente contraproducente. Sin embargo, Eduardo aboga por llegar a plantear la separación de su pareja según el nivel de deterioro que vive la pareja y el paciente en concreto. Pero hay que recorrer un largo camino con el paciente llevándolo lejos del nivel de irrealidad en el que vive hasta poder hacerle un planteamiento de este tipo para que sea mínimamente efectivo.

Cuando se produce la ruptura, aparece el síndrome de abstinencia. Al igual que ocurre con la drogadicción o la adicción al tabaco. Existe la necesidad imperiosa de contactar con la otra persona, se dispara la ansiedad, difícilmente se puede conciliar el sueño y piensan que lo que quieren hacer es volver a reanudar su relación.

Los dejados (dependientes) piensan que no sirven para nada en nada. Tienen la autoestima bajo mínimos, lo que no facilita cubrir las etapas para el camino de la recuperación.

En su terapia, Eduardo en algunas ocasiones plantea que el paciente firme un compromiso por escrito. Comentó a raíz de eso el caso de un paciente que llevaba 20 años casado, con hijos en el matrimonio, pero ya separado de su mujer, que aprovecha las veces que va al antiguo hogar común a recoger a sus hijos para mantener relación con él. Preferentemente basada en que él siga haciendo pequeños y grandes arreglos en el hogar (se conoce que el hombre es un bricomaniaco, y la mujer se aprovecha de ello).

La firma del contrato con su terapeuta forma parte de su recuperación al adquirir un compromiso tangible y con un tercero a modo de testigo y fedatario. En tal contrato se comprometía a no hablar con su mujer más allá de lo estrictamente necesario (tema hijos), a no entrar en la casa para hacer reparaciones, a hacer cosas para sí mismo….Un factor para salir adelante es empezar a hacer cosas positivas para uno mismo (lo que sea, practicar un hobby, juntarse con amigos, leer, tratarse bien a uno mismo en definitiva).

Eduardo Brik

Eduardo Brik

Médico Psicoterapeuta

Director de ITAD y  del «Máster en Terapia Familiar Sistémica» y presidente de la Asociación «Terapias Sin Fronteras»
Web: https://eduardobrik.com
Correo: info@itadsistemica.com
Categorias: Terapia Familiar

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