La Influencia Cultural En Los Trastornos De La Conducta Alimentaria

por 3 Oct, 2016Tca, Terapia Familiar

Desde principios de los años 90 se fue imponiendo en nuestra sociedad una cultura de la globalización, caracterizada por el  neoliberalismo, lo que supone la imposición, a nivel mundial, de la producción y de un estilo de vida determinado por la economía global  que neutraliza cualquier economía local, iniciativas individuales, personales o grupales y cualquier estilo de vida que no pertenezca a ese estilo.

¿Cómo se refleja todo esto en el ámbito de la alimentación y la imagen corporal? Se introduce  la importación de la comida y de los estilos de comer  (fast food como Telepizza, Mc Donalds,…), los laboratorios generan constantemente fármacos para adelgazar rápidamente sin ningún esfuerzo y con resultados milagrosos, dietas también milagrosas, la industria de los gimnasios, la industria de la moda, que impone un ideal de belleza incompatible con el cuerpo de la mayoría de las mujeres, millares de centros de dermoestética, tratamientos focalizados para modelar “cuerpos deformes”, cirujanos plásticos que colocan la misma nariz a infinidad de mujeres. Incluso en esta época de crisis total, cuando se cierra un local se abre en centro de estética. Está implícito el mensaje: “¿estás mal? Ponte guapa y todo te parecerá menos malo”.

En este contexto de consumo y prisa hemos cambiado los hábitos de comer. Las prisas desde por la mañana hacen que no haya ni tiempo para desayunar: desde los niños hasta los adultos (sólo el 40% de los niños en edad entre 2 y 5 años comen un desayuno completo, con lácteo, hidratos, y fruta). Al mediodía por la presión de los horarios y por la no conciencia de la importancia de la alimentación, se come rápidamente y mal, y la cena se convierte en el “momento del atracón” porque se llega con mucha hambre o, simplemente, el cansancio lleva a que cada uno coma algo, y a dormir. La comida ya no es un centro de reunión excepto los fines de semana, dónde generalmente se trata de recuperar fuerzas dándose grandes festines individuales o familiares o saliendo a comer fuera, nuevamente inyectando al organismo cantidades y/o calidades no adecuadas en muchos casos. No son infrecuentes en estos fines de semana, los vómitos, las diarreas, la pesadez estomacal y otros malestares digestivos. Se empieza la semana “compensando” todo lo que se ha comido, dejando de comer.

La desigualdad de género también se refleja en todo esto: se sigue exigiendo que la mujer coma con delicadeza y pocas cantidades, mientras que al hombre se le tolera hacer grandes comilonas, como signo de masculinidad. La herencia cultural de la desigualdad cultural.

En todo este contexto una metáfora de la anorexia podría ser una huelga de hambre en las familias donde el centro fundamental es el bienestar y la dependencia de los hijos, el narcisismo de éstos alimentado por los progenitores, una dependencia mutua que no permite crecimiento y prolonga la estancia en la casa al tiempo que prolonga el ciclo vital de los padres, ejerciendo como tales (esto es un posible motivo por el que la anorexia aparece más en mujeres que en varones).

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria aparecen cada vez más en sociedades en las que antes era impensable como la africana, Europa del Este, India, etc. Esto hace reflexionar sobre el origen de dichas patologías y la influencia cultural. Tal vez haya una imitación de los modelos de las mujeres occidentales, por el poder que ejercen los medios de comunicación en la transmisión de información.

Parece claro que el trastorno aparece en un contexto concreto:

  • El trastorno ocurre en una cultura específica y relacionado con otros trastornos como adicción a las compras, consumo desaforado con repercusión en la comida, consumo de drogas, etc.
  • El trastorno se expresa por sí mismo en grados de intensidad y en un espectro de distintas formas psíquicas.
  • El trastorno expresa tensiones y factores psicológicos que aparecen en la cultura y quien los acusa desarrolla una ansiedad severa.
  • Los síntomas son exageraciones y conductas de actitudes normales dentro de la cultura. A menudo incluyen conductas que están altamente valoradas.

En relación a los alimentos, puede aparecer el fenómeno de la “aculturación alimentaria”, es decir, la pérdida de las formas tradicionales de comida, incorporando una forma de comer “moderna”, acultural, e imitada. Provienen de un grupo que, en muchos casos, asimila la cultura anglosajona como forma de ideal de vida y de alimentación. Puede aparecer la obsesión por los cereales como la panacea de la alimentación. Otras veces, la aculturación proviene del horario laboral de los padres, sin tiempo para nada. Muchas veces, la necesidad de los adolescentes es sentirse alimentados física y psíquicamente.

La historia de la imagen corporal en los seres humanos está asociada con el desarrollo y con la economía de las sociedades. Durante muchos años, la gordura, o ciertos kilos de más eran signo de status o al menos que no se pasaba hambre. Los que poseían, tenían más disponibilidad para comer y defender sus propiedades. Los que no poseían eran delgados, comían poco y se morían antes, situación que la vemos hoy en la mayoría del continente africano. En África hay tribus que aún celebran cierta obesidad en los niños y adolescentes como signo de bienestar. Evidentemente, entonces la pregunta sería: ¿Por qué es tan importante estar delgada para la mujer? 

Desde el punto de vista biológico y en investigaciones se ha demostrado que tanto en personas como en animales, las mujeres aguantan más sin comer que los hombres, sobreviven más que los hombres; esto tiene su origen en la necesidad histórica de continuar con la especie, amamantar a la crianza y presentarlo como una manera de afrontar situaciones de estrés. Otro factor biológico que podemos tener en cuenta es la mayor acumulación de tejido adiposo en las mujeres que en los hombres, explicable por la necesidad de acumular reservas para un embarazo y lactancia adecuadas.

A pesar de los factores biológicos, los aspectos culturales influyen en las mujeres y les produce el miedo a estar gordas. La cultura acepta la delgadez y condena la obesidad cristalizando un concepto falso de identidad femenina.

La interpretación en términos culturales de los problemas psicológicos en trastornos de alimentación gira alrededor de las siguientes preocupaciones:

  • Autonomía.
  • Autoestima.
  • Realizaciones personales.
  • Logros.

El culto a la delgadez en la actualidad está mediatizado como valor positivo, asociado a la salud, al bienestar, al desarrollo y a la vida adulta. Estar delgado está asociado a la belleza y al éxito. Este concepto se inserta y se internaliza en edades tempranas, en la pre-adolescencia, como concepto de salud, belleza y posibilidad de éxito. A sabiendas que en la idea de salud una persona delgada o muy delgada tiene más dificultades para los embarazos, para los partos, para resistir la lactancia y para poder defenderse de posibles enfermedades infecciosas.

Para que estos conceptos hayan podido llegar a la amplia masa de la población el desarrollo de los medios de comunicación, del cine, de la publicidad engañosa, logran que estas ideas se instalen como verdad absoluta.

En las preferencias por una dieta u otra, influyen mucho las modas. Actualmente, esta influencia se observa, a través de los medios de comunicación, en la preocupación por la gordura, o en la obsesión por el colesterol. No resulta más natural  aumentar la dieta de carne o vegetales, cereales, etc.; está en relación con los tiempos y la cultura. Lo natural es ingerir todo tipo de alimentos, algo que no siempre favorecen los creadores de “dietas estrella”, que cada año se ponen de moda (Atkinson, Montignan, Dukan…)

A comer se aprende. Brillant- Savarin en La fisiología del gusto subraya que el olfato y el gusto son un solo sentido compuesto, cuyo laboratorio es la boca y su chimenea la nariz. En el gusto existe una escala: cuando aún el sabor impregna la lengua; cuando pasa a la parte posterior de la boca, y al final hay como una valoración global. Diferencia entre necesidad y deseo: el placer de comer exige al menos apetito; el placer de la mesa es con frecuencia independiente de ambos.

En la anorexia y la bulimia se pierde la relación placentera con la comida. Con frecuencia los pacientes nos dicen que quieren volver a aprender a comer, a no situarse en los extremos, por exceso o por defecto, y en un marco de permanente sufrimiento.

En síntesis, la cultura determina claramente las exigencias a las cuales los adolescentes deben responder y dichas exigencias se imponen en los contextos culturales cotidianos.

Para que se produzca un cambio en el contexto macrosistémico tiene que haber un cambio social que podría acontecer si se “aprovecha” la crisis actual. Como escribe Rosa Montero (semanal “El País”, 23 de Julio de 2013) Una sociedad menos consumista implicaría otro tipo de vida, más sencilla: “Unas vidas más libres, más ricas, más aventureras, más divertidas, más creativas, más completas”. 

 

Carmen Bermúdez

Carmen Bermúdez

Psicóloga Clínica

Experta en Terapia Familiar, de Pareja e Individual Sistémica.
Coordinadora y Docente del Máster «Terapia Familiar Sistémica» de ITAD
Correo: carmenbermudez@itadsistemica.com
Categorias: Tca | Terapia Familiar

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